Me he quedado solo

Me he quedado solo en mi parque.

 

Pasó la primavera de 2015 y los corredores de la operación bikini. Esos de llaves en el bolsillo del chándal, sudadera de algodón, auriculares aparatosos, respirar fatigado y entre cara sudorosa y sonrojada.

 

 

Pasó San Fermín Marathon, con su 42k, su 21k, y sobre todo con 10km... esa que tanta gente en mi parque se fijó como reto deportivo antes de la orgía, no precisamente saludable y no solamente gastronómica, que suponen los Sanfermines.

 

 

Pasó la Behobia con su público propio. Ese que hace series a muerte. Que entrena, entrena y entrena porque la clasificación sale en los periódicos locales. Ese que estrena la camiseta de la carrera el mismo día que la reparten, aunque sea 3 semanas antes de cruzar la meta del Boulevard donostiarra. Ese que aunque van 2.000 navarros a la Behobia, aún piensa que correr Behobia da caché.

 

Pasó la San Silvestre con su público ocasional. Con sus adolescentes entrenando en grupo. Con las parejitas que corren juntas. Con corredores ocasionales que no saben apartarse ante quien viene de frente haciendo series, o que no guardan su derecha corriendo o la importancia de saludar, o al menos ocasional.

 

 

14 días después, también pasó el público de los propósitos de Año Nuevo. Las zapatillas fosforito ya no suman kilómetros, sino horas al fondo del armario. Las agujetas han terminado con muchas carreras deportivas. Y para esto, pocas agujetas hay peores que las de principio de Año...

 

 

Y llegaron las lluvias, llegó el frío, y llegó el barro. Y llegó para quedarse.

 

 

Y me he quedado sólo en el parque. Bueno, no exactamente sólo. Quedan allí los incombustibles. Los que siempre están, y los que te saludan al verte aunque no sepan ni tu nombre. Y quedamos otros... los que entrenan maratón....

 

 

Porque Novatilla y yo entrenamos maratón... Y en 6 días te cuento para qué maratón estamos preparándonos...

 

 

CONTINUARÁ