domingo, 29 de noviembre de 2015

Maratón de Atenas, la historia de Fosfypides

 
Hasta hace cinco años él no lo sabía. Siempre creyó que su nombre, Fosfypides, era un poco raro. Pero nunca se atrevió a preguntárselo a sus padres. Años después, todo encajó el día que se enteró que tenía familia. En Grecia.
 
Y diréis, ¿Como se enteró? Pues se enteró al tiempo de comenzar a correr. Al principio pocos kilómetros, y luego más, y más. Pronto, vosotros, y tú también, el que me lees, empezásteis a hablar de un tal Filípides. Otro corredor, un poco más veterano, un poco más fuerte, seguramente un poco más rápido. Aunque sin reloj GPS, sin gorra fosfy y sin postureo en redes sociales. Un corredor que ya le daba a esto del running hace 2.500 años.
 
 
El casco y la coraza de Fosfypides
 
 
Y Fosfypides pensó ¿Filípides?, ¿Fosfypides? Dos nombres tan parecidos, esto no puede ser casual... Y como sólo había una forma de comprobarlo, viajó a Grecia. A revivir el recorrido que completó corriendo su primo lejano. De la villa de Maratón a Atenas, el Auténtico Maratón de Atenas.
 
 
Una de las primeras cosas que descubrió Fosfypides era el mérito que tenía Filípides. ¡Vaya madrugón!. El maratón empezaba a las 09.00 horas de la mañana. Pero primero había que desayunar, prepararse, coger un autobús a Maratón y llegar a la salida con tiempo para dejar la ropa en el guardarropa y hacer las cositas que hacemos todos antes de una carrera.
 
Por eso, cuando Fosfypides se levantó de la cama a las 04.00 horas pensó,
 
"A Filípides no le mató el cansancio, le mató el madrugón que se tuvo que pegar".
 
 
Fosfypides estaba lejos de su estado ideal. Lesionado desde julio. Con una tendinitis rotuliana que aparecía y desaparecía como el Guadiana. Pero sabía que podía ser una carrera para disfrutar... Y así lo intentó hacer. Nada de agobios, de ritmos ni de marcas, a disfrutar.
 
Fosfypides en Maratón, visitando sus orígenes
(en envuelto en plástico como una maleta de vuelo trasoceánico)
 
 
 
En la SALIDA, el speaker pidió silencio y la gente empezó a levantar el puño derecho mientras sonaban unas palabras en griego. Menos mal que alguien lo tradujo al inglés. Fosfypides se dio cuenta, era EL JURAMENTO OLÍMPICO. Todo muy serio, todo muy solemne... Estábamos en Maratón.
 
 
Cuando sabes que tus tiempos reales no
corresponden a tu cajón, mejor salir el último
 
 
Salida de Fosfypides, al fondo de su oleada
 
Pero de pronto, con el pistoletazo de SALIDA sintió una cierta desilusión. Nada de música heroica. Nada de "Carros de fuego", ni siquiera algo folclórico como un Syrtaki en plan "Zorba el griego". Sonaba música moderna, americana, no sé... Beyoncé, Rihanna o alguna de estas.
 
 
A Fosfypides le hubiese molado de verdad una salida con Triki Triki mon amour de Demis Roussos. Algo así como de Grecia cañí.
 
 
Pero pronto se le pasó el enfado. En los primeros DIEZ KILÓMETROS el recorrido era plano, un tanto estrecho, pero Fosfypides iba corriendo tranquilo. Disfrutando. Mirando a un lado y a otro. Hoy le daba igual en qué tiempo parara el crono. Después de tres meses mal entrenando y medio lesionado, estar en la salida era una fiesta. Y si llegaba a meta... podía ser el desparrame.
 
 
El recorrido inicial era feo, pero muy simbólico. Pasaba al lado del lugar donde se enciende la llama del maratón. Después al lado de la estatua del propio Filípides. Y Fosfypides empezó a enterderlo todo...
 
 
El pueblo griego es un pueblo orgulloso del maratón. Enseguida apareció ante los ojos, y ante los oídos de Fosfypides el alma de esta carrera. Su público, la gente, los griegos.
 
 
Fosfypides en los primeros kilómetros del maratón
 
 
Había público a los dos lados del camino casi contínuamente. Incluso en los tramos que era autovía. Gente que mira, sonríe y aplaude. Gente que ofrece agua, gominolas o plátanos. Gente que regala una ramita de olivo al pasar.  Y gente bulliciosa, gritona, animadora... mediterránea. Y con una palabra todo el tiempo en la boca. BRAVO. (¡viva! ¡bien!). No sé cuantas miles de veces pudo oir Fosfypides la palabra Bravo, o en su versión para varias anumar a varias personas, Bravo sas! (viva vosotros). 
 
 
Y otra palabra que oyó mucho fue ευχαριστώ (efharisto). GRACIAS. El público daba las gracias a los corredores. ¿por qué? Por mantener esa costumbre que Grecia ha aportado a la cultura mundial. Los griegos daban las gracias a los corredores por correr el maratón y seguir manteniendo la llama de los antiguos griegos.
 
 
Fosfypides se da un aire al Novatillo
 
 
A partir del kilómetro 11, la subida es constante. La musculatura de Fosfypides se fue cargando por el desnivel. Eran 20 kilómetros de subida. Casi una media maratón para arriba. Pero la animación no fallaba. Ni los gritos de ¡Bravo! Decenas de manos para chocar. No manitas. Manos de todos los tipos y de todos los tamaños. De padres, de madres, de abuelos, de niños y niñas. De descendientes lejanos del primo lejano de Fosfypides. De los descendientes del auténtico Filípides.
 
 
Los puntos kilométricos del maratón están
permanentemente señalados todo el año en calles y carreteras.
 
 
Muchos niños a los lados de la carretera, y muchos de ellos con medallas del maratón colgadas al cuello. Medallas conseguidas por sus mayores. Fosfypides mira esas medallas. Y pasa envidia. Y sigue corriendo. Cada vez más va cansado. El golpe definitivo es cuando en el kilómetro 31 tiene que afrontar la última gran cuesta del recorrido. Pero Fosfypides es familia de su primo. Y no es un tío que se rinde. Aunque en toda la preparación no ha corrido más allá de 28 kms, sabe que va a llegar. Que tiene que llegar. Porque sólo por llegar a ese estadio... vale la pena.
 
 
 
El estadio Panathinaikó, el auténtico, la auténtica meta de un maratón.
 
 
Una vez que termina la última cuesta, Fosfypides tiene un momento de locura transitoria. Sabe que si aprieta podrá bajar de 4 horas. Quedan 10 kilómetros. El recorrido ahora es plano y cuesta abajo. El demonio del oido izquierdo le dice que apriete, que haga sub4h. Que solo son 50 minutos apretando. El angelito del oído derecho le dice que afloje, y que disfrute....
 
 
¿Qué hace Fosfypides?
 
 
Se abre a la derecha y se pone a chocar manos. A gritar Bravo! A decir efjaristo y a disfrutar. Porque si no disfrutamos, ¿para qué corremos? En alguna ocasión tiene casi que parar para chocar tantas manos como le ofrecen. En otra se para y choca despacito la mano de una chica en silla de ruedas, con una parálisis cerebral que también está gritando bravo! Eso es correr, pero no es competir, es, sin más,  disfrutar. Y a Fosfypides no se le ocurre ningún motivo para perderse esos kilómetros de disfrute.
 
 
Fosfypides sigue acumulando kilómetros, ya sabe que va a llegar, que el muro no existe, que el del mazo tampoco existe. Siempre creyó Fosfypides que el del mazo son los padres. ¿Habéis oído alguna vez que Filípides se encontrara con el del mazo? Pues eso, invenciones, estas cosas ficticias que se inventan los modernos...
 
 
En el estadio, en el soñado estadio.
Con la rama de olivo que una señora
le dio a Fosfypides en el kilómetro 5
 
 
Y 4 horas y 6 minutos después de salir de Maratón, Fosfypides termina la carrera. Esa carrera que le ha acercado más a su primo lejano.  Seguro que entre la multitud de gente que anima desde las gradas, seguro que en algún rincón hay otro pariente lejano de Filípides. 
 
 
El vídeo de la entrada al estadio de Fosfypides
 
 



Pase lo que pase por el camino,
alcanzar a la meta de un maratón siempre es motivo de alegría


 
 
Olivo y medallas de maratón, Grecia



 

Recuerda. Morder la medalla en meta está sobrevalorado
 

Adios Filípides, hasta otra ocasión






 
 

jueves, 19 de noviembre de 2015

Maratón de Atenas by Novatilla




Cuando piensas en la maratón te vienen unas cuantas carreras a la cabeza. Entre ellas siempre está la Maratón de Atenas. Es una carrera que para los que nos gusta la maratón siempre hemos soñado con hacerla. Ir corriendo desde Maratón a Atenas, como Filípides. Tiene que ser muy bonito, pero tiene un problema... las fechas no me encajan bien... En mi trabajo el mes de noviembre está vetado para pedir vacaciones. 



Pero este año, crucé los dedos, y solicité una semana de vacaciones coincidiendo con la fecha del 8 de noviembre. Sin esperarlo, todo cuadro bien para esta maratón, y ¡me las concedieron!... ya teníamos plan para noviembre!.



Viendo el duro perfil de la carrera, con una subida contínua desde el km11 al km31,  tenía claro que la preparación tenía que ser diferente a las anteriores. Tenía que acostumbrar mis piernas a tiradas largas y duras. Vamos, que se tenían que acostumbrar a hacer cuestas. En todas mis tiradas largas metí cuestas, y más cuestas... Tengo la suerte de vivir en Pamplona, y aquí tenemos un buen menú de cuestas para elegir.


 

Con el trabajo ya hecho, salimos hacia Atenas el viernes, y primera alegría. En el avión nos localiza Baldo, uno de los innumerables DrinkingRunners y que nos conoce de Twitter. Según aterrizamos enganchamos juntos y ya estuvimos toda la tarde con él. Esto es una de las cosas que más me gusta de correr, la buena gente que te vas encontrando en el camino y con la que parece que conoces de toda la vida.

 

 


Al llegar al aeropueto a todos los participantes nos regalan un bono de transporte para 5 días para poder movernos por Atenas. Y aquí era donde se recogía.

¡¡Un stand del maratón en el propio aeropuerto!!


Aunque vamos con el tiempo bastante justo, nos decidimos en ir directamente a la feria, y así recoger dorsal. ¡Sorpresa! camiseta super chula talla S de chica, azul, de Adidas. Se nota que estos griegos no hacen postureo porque no la habían anunciado en la web. ¡Yo me la voy a poner un montón! La feria muy bien organizada, la entrega de dorsales muy rápida, sin colas, la única pega que estaba muy lejos del centro

En la Feria
 
 

En el hotel otra sorpresa. Nos dicen que como hay muchos corredores de maratón, el desayuno del domingo será a partir de las 4:30, nosotros pensábamos buscar algún sitio para desayunar pero así mejor, una cosa menos de la que preocuparse


El sábado lo dedicamos a hacer algo de turismo pero sobre todo a descansar, teníamos que poner el despertador a las 04.00h y no se podía trasnochar demasiado


Y llego el día... los autobuses que nos llevaban a Maratón salían de Syntagma, muy cerca de nuestro hotel. Después de desayunar nos dirigimos hacía allí, y otra vez nos sorprende la organización. Una fila de autobuses nos esperaban en los iban subiendo corredores y salían sin tener que esperar. 

 
Ya en el autobús me duermo un rato. Prefiero descansar un poco, y así de paso no veo el recorrido de la carrera, igual es mejor no hacerme a la idea de lo que me espera.


Llegamos a Maratón muy pronto, dos horas antes de la salida. Al lado de la salida hay unas pistas de atletismo. Todo lleno de corredores, mola el ambiente. Nos sentamos en la grada, y aprovechamos para cotillear a otros corredores, hidratarnos y comer algo 
 
 

 
Qué guapos los Novatillos envueltos en plástico.
 
 
 
Se acerca la hora y nos acercamos cada uno a nuestro cajón, y como todo iba saliendo perfecto, nos encontramos con Baldo, y además de sacarnos la foto, nos deseamos suerte.


Empieza la carrera y algo va mal, tengo calambres en el pie izquierdo, no lo puedo apoyar, cada zancada es un sufrimiento, no había tenido nunca ese tipo de dolor, intento aguantar pero creo que no voy a poder seguir así durante 42 km. Entro en un tramo que me cruzo con los corredores que van por delante, ¡busco una fosfy… y ahí está! ¡Qué alegría encontrarme con el Novatillo!
 
Entro en un tramo más entretenido, entre el saludo al Novatillo y la cantidad de niños que me ofrecen ramos de olivo, o no se por qué, pero el dolor en la planta del pie desaparece poco a poco y me olvido de él
 
NOTA luego descubrí que tenía un pincho de alguna planta pegado al calcetín que debió moverse o colocarse en otro lugar y ya no me molestaba.
 
El recorrido es feo, muy feo. Es todo un tramo de autovía, con muchos toboganes y muchos tramos de subida. Pero no te enteras, se pasa rápido. El público está entregado. No paro de chocar manitas, da igual, niños, padres, madres, abuelos… Todo el mundo se ha echado a la carretera para vernos pasar. Solo oigo sus gritos de ánimo, sus “bravos” y sus “Ευχαριστώ Efharistó” (gracias) . Para ellos, el maratón es un orgullo. Para todos los griegos es un orgullo. Por eso nos dan las gracias por correrlo.
 
 
Según avanzan los kilómetros me doy cuenta de que, muchos niños, llevan colgada la medalla del maratón. Han salido a animarnos medalla al cuello. Con la medalla que otro año ganó su padre, su madre o cualquier familiar. Choco manitas con ellos. Seguro que esos niños, algún día correrán maratón.
 
Los kilómetros van pasando si darme cuenta, la gente se para, se saca fotos, y llegamos a la media maratón. Aquí mis piernas están ya cansadas, la teoría dice que aún deberían estar frescas, pero las cuestas van sumando y no se que tal se me hará el último tramo. Por crónicas que he leído, sé que todo sube para arriba hasta que llegas al km 32 y pasas un túnel, y desde ahí es cuesta abajo, aunque aún hay algún tramo que sube.
 
No me planteo que me faltan 21 kilómetros más, voy poco a poco, cuando llegue al km 25 me paro en el avituallamiento y decido que hacer. 
 
Hay avituallamientos cada 2,5kms. Te dan en todos una botella de agua y luego alternando en unos hay powerade y en otros plátanos y gel. Los primeros están distribuidos a derecha y a izquierda, luego ya solo hay a la izquierda. Pero son amplios y con muchos voluntarios, no hay ningún problema para recoger la bebida.
 
Sigo teniendo fuerzas, ni me planteo parar, y así voy en tramos de 5 en 5 km. Llego al 30, paso por el 35... cada vez me cuesta más avanzar y no por las piernas no sigan a buen ritmo, sino por la cantidad de gente que va andando, yo no quiero parar, estoy en el tramo que casi todo es cuesta abajo y se hace muy llevadero.
 
Ya casi estoy en meta, llego al km 40, y miro el reloj y me doy cuenta que si voy un poco más rápido justo entraré en el tiempo que soñaba con hacer 4horas 30 minutos. Le doy ritmo a las piernas, van más frescas de lo que pensaba...
 
Hago los últimos kilómetros a un ritmo de 5`30”, zigzaguenado entre la gente y adelantando a muchos....
 
La entrada al estadio es alucinante, me acordé de muchos de vosotros. Porque los ánimos que me habéis dado en persona y a través de internet, pensaba que me iba a costar más de lo que me costo, y que con el perfil que tenía que no iba a disfrutar
 
 
 
 




 
 
4.30.15 Mi tiempo objetivo CONSEGUIDO
 

Mi cuarta medalla
 



Abajo podéis ver el video de mi entrada, y como la gente va bastante más justa que yo. Ahora pienso que podía haber apretado más, fijarme más en mis tiempos y haber arañado unos minutos a mi tiempo, pero no, no hubiese disfrutado tanto como lo hice, habría ido más pendiente de mis tiempos, y menos de lo que el maratón me iba regalando en cada kilómetro. Igual me preparé mejor de lo que suponía, una vez me puse en la salida, mis piernas tenían fuerza para superar todas esas cuestas
 
Gracias a todos por los ánimos, me acordé mucho de todos vosotros. Es una maratón que recomiendo hacer, la alegría que te transmite todo el público que va a verte, los ánimos, choque de manitas con todo tipo de gente (no solo niños), el respeto que sienten hacia los corredores, y sobre todo, lo orgullosos que están de su maratón, te hace sentir especial y feliz de estar en ese momento allí compartiendo esa experiencia
 
Es la maratón que mejor he corrido, no solo por saber guardar las fuerzas y así poder asimilar y sentir todas las emociones que he vivido.

Esto es el Maratón de Atenas.