El corredor estaba cansado.
Quizás podría haber corrido más tiempo. Seguramente también más rápido.
Pero estaba cansado. Cansado o desanimado.Con pocas ganas. Con poca ilusión con esto del correr. Por eso, cuando llegó a la esquina de su parque decidió no seguir adelante. Giraría a la derecha y volvería a su casa. Aunque fuese demasiado temprano para volver. Había sido una mala tarde. Un mal entreno.
Total... no tenía mucho sentido eso de estar corriendo la tarde del 24 de diciembre. Además, empezaba a anochecer. Lo mejor sería volver a casa, asearse y acudir a la cena familiar. Una cena familiar, eso es. Seguro que estar con la familia le levantaría el ánimo.
El semáforo de peatones se puso en rojo. El corredor maldijo su mala suerte, esa que le impedía cruzar la calle y reemprender camino a su hogar. Quería volver cuanto antes. Correría suave hasta casa, lo justo para no enfriarse... sin forzar. En esos pensamientos estaba el corredor mientras se acercaba al borde de la acera, cuando, de pronto, apareció el hombre.
El hombre tenía unos 70 años. Vestía impecablemente. Pantalón oscuro bien planchado, chaqueta de
punto gris y boina. Tenía gesto tranquilo, y unos ojos muy vivaces. Pronto se acercó al corredor, con
intención de preguntarle algo. El corredor se quitó los auriculares y comenzó una conversación
CORREDOR. Buenas tardes.
HOMBRE Hola, ¿podría decirme cómo puedo ir a Logroño?
C. Pero... ¿cómo quiere ir?, ¿en autobús? La estación está...
H. No, en autobús no, quiero ir andando.
C. ¿Cómo que andando? Logroño está a 90 kilómetros.
H. Tengo que ir... no me queda otra opción.... me está esperando la familia.
C. Ir andando es imposible, tardaría dos días en llegar. Además hoy es Nochebuena, le esperarán en casa.
H. Pero... dígame, dígame... ¿por dónde tengo que ir?
El corredor empezó a sospechar. El hombre seguía en sus trece. Pese a su impecable vestimenta, y a su hablar correcto, no salía de su idea de ir caminando hasta una ciudad a 90kms de allí. Por muchas veces que el corredor le intentó convencer de coger un autobús, el hombre seguía erre que erre. Obsesionado con irse andando. Con irse andando la noche de Navidad a una ciudad a 90 kms...
El corredor comenzaba a quedarse frío allí charlando. Pero le parecía extraña esa situación. Pese a la aparente normalidad del discurso del hombre, lo que decía no tenía ninguna lógica. Y la conversación no avanzaba. El hombre no daba su brazo a torcer, quería irse andando. El corredor se debatía entre dejarlo ir a su suerte, o pedir ayuda a alguien. De pronto al corredor se le ocurrió una idea y optó por darle la razón al hombre...
CORREDOR. Si coge esta calle todo para adelante, llegará a la carretera de Logroño
HOMBRE. Muchas gracias, muy amable
Y el hombre partió, caminando despacio en dirección a aquella calle, que donde se acababa, comenzaba la carretera de Logroño...
Pero el corredor, sin perder de vista hacia donde iba el hombre, echó mano de su teléfono móvil, marcó tres números 0 – 9 – 2 y esperó respuesta...
POLICÍA. Policía Municipal... buenas tardes
CORREDOR. A ver, igual llamo para una tontería, pero me he encontrado con un señor mayor que para mi, estaba un poco desorientado. Me ha repetido mil veces que se iba a ir andando a Logroño. Yo creo que se ha perdido, o que está perdiendo la cabeza.
P. ¿No será un señor vestido de chaqueta de punto gris y boina?
C. ¡Sí, sí, ese es!
P. Llevamos toda la tarde buscándolo. Se ha ido de casa y su familia no lo encuentra. Es enfermo de Alzhéimer. ¿Sabe dónde está?
C. Si, sí, lo tengo a la vista. No se preocupen, si pueden, envíen una patrulla al parque. Está conmigo. Además, a mí se me ve fácil... llevo una gorra verde fosforito. Yo le acompañaré hasta que ustedes lleguen...
En un par de minutos apareció un coche patrulla de la Policía Municipal. Con todo el cariño del mundo recogieron al hombre y le dijeron que le llevarían a su domicilio, que su hija ya estaba avisada. El corredor pronto se dio cuenta que ahí sobraba, pidió permiso para marcharse y volvió a trotar camino de casa...
Al final no había sido una mala tarde... no había sido un mal entreno.
PD. Esto es un suceso real. No me sucedió la tarde de Nochebuena, sino una tarde de primavera. Da igual la fecha. La suerte me permitió darle una alegría a esa familia. Ese día descubrí que cuando salimos a correr, las buenas noticias no siempre están en el reloj de nuestra muñeca.
Delicioso Guillermo. Delicioso.
ResponderEliminarMuy bueno. Enhorabuena!!
ResponderEliminarMuy bueno. Enhorabuena!!
ResponderEliminarHe llorado y no es broma. Los pequeños detalles marcan la diferencia.
ResponderEliminarFeliz navidad a ti y a la novatilla. Con cariño.
Gran historia y moraleja (y aún mejor persona). Felices fiestas, Novatillo
ResponderEliminarMuy enternecedor este relato. Gracias por escribirlo y compartirlo en estas fechas. Felices fiestas Novatillos.
ResponderEliminarMuy bueno . siempre hay que ver en positivo
ResponderEliminarDesde luego, lo agradecería si le pasara a algún familiar y por ende, creo que muchos haríamos lo mismo. Bonita historia.
ResponderEliminarQué bonita historia. Si no hubieras llamado a la policía el señor hubiera acabado nosedonde. Bravo!
ResponderEliminar¡Qué historia! Gracias por compartirla. ¡Os deseo unas muy Felices Fiestas!
ResponderEliminarGrande, como siempre. Felices fiestas, pareja.
ResponderEliminarSi supieras que me has hecho llorar, mi padre empieza a dar síntomas de Alzaimer y estoy aterrada, no sé cómo actuar....
ResponderEliminarEspero que haya mucha gente como tú, no cambies nunca Novatillo.
Feliz Navidad, pareja !!!!! Un besazo enorme
Preciosa Historia... Un gran abrazo a la familia novatilla
ResponderEliminarExcelente me hizo recordar la cancelación de una carrera El sentimiento De mala energía en el momento y al regresar corriendo un perro suelto lo seguía su dueño, sin dudarlo lo perseguimos hasta alcanzarlo y entregarlo Los mejores 3km de toda mi vida
ResponderEliminarChico, me has emocionado.
ResponderEliminarUn beso