Mercé 2011. Una MMP sobre un suelo de cristal.

"Cruzaba Novatillo la meta en la Mercé cuando suena un grito a su izquierda. "¡¡Novatillo!!". 

Alguien me ha reconocido. ¡¡No me lo puedo creer!! Me giro y me saluda un runner.

Me dice que me lee, pero que él no postea.

Amigo runner, me hizo mucha ilusión que me saludaras alli.

Te debo una cerveza, ayer no pudo ser, ayer debía ir en busca de la Novatilla."

Tras el varapalo osasunista en Barcelona, los Novatillos nos plantamos en la salida de la Mercé dispuestos a vengar la camiseta rojilla. Era el estreno de la Novatilla en un 10km. Yo sólo quería aprovechar para correr una carrera rápida y ver a dónde podía llegar.

El día anterior logré una pulsera que me daba pase al "corralito" de los acreditados entre 42.00 y 46.00. Allí me planté. Cuando quedaban 2 minutos para la salida, la megafonía puso una de mis canciones preferidas "Don't stop me now" de Queen y me dije, "vamos fuertes a ver qué pasa"

Callejeo inicial pero rápido, sin apenas obstáculos. Una vez llegados al km1 vivo un contínuo fluir por calles anchas donde el espacio no es una excusa para no correr rápido. Paso el km5 demasiado rápido para mi, en 21.48, tocando la posibilidad de romper mi MMP anterior (45.56) y de hacer sub45, rompiendo mi suelo de cristal de 4'30''/km.

Hacemos una breve pausa para despejar la duda que se os ha ocurrido:

¿Qué es un suelo de cristal?
Si hablamos de ritmos, en entreno se encuentra en los 5'/km. En carrera en 4'30/km. Es la sensación que tengo de "tope" en mi ritmo. Es como si me topara con un suelo de cristal del que no puedo bajar. Es invisible pero ahí está impidiéndome el paso. Supongo que el modo de romper este suelo será hacer entrenos de calidad, cosa a la que, hasta ahora, me he resistido.

Pero de pronto, dos circustancias truncaron la carrera.
En el kilómetro 6 alcancé a un corredor que iba respirando muy dificultosamente y dando tumbos. Me puse a su lado, paré mi ritmo y le pedí que parara, que respirara un poco y siguiera. No me veía, ni me oía. Su respiración era un gemido, no seguía la línea recta. Cada zancada parecía que iba a caer. Jamás vi a nadie tan mal en una carrera. Iba fatal. La imagen me recordó a una que de niño y que recuerdo con total vividez. La suiza Gabriela Andersen totalmente groggy recorre los últimos metros de la maratón de la Olimpiada de Los Angeles 84.

En mi segundo intento por convencerle para que parara, alguien del público se dio cuenta de lo que pasaba, le ayudaron a detenerse y a sentarse en el asfalto. Yo, reemprendí mi marcha.

Por si era poco, unos metros después se me soltaba el cordón de la zapatilla izquierda. Nunca, ni siquiera en entrenos me había pasado. Maldije mi novatillez atándome el calzado y sufrí otro parón inesperado.

Haciendo frente a los elementos emprendí las rampas de los dos últimos kilómetros, a sabiendas de que mi suelo de cristal seguiría ahí intacto, pero con la esperanza de marcar una nueva MMP. Negocié las últimas cuestas, giré con rabia en plaza Espanya y esprinté al llegar a meta.

Detuve el tiempo en una nueva MMP, 45'05'', bajando en 48'' mi anterior marca. Deshice el camino y me reincorporé a la carrera, al paso de la Novatilla, a falta de un kilómetro. Novatilla finalizó su primer 10km con un tiempo de 1h y 3', y con ganas de más, preguntando aquello de ¿cuándo tenemos la próxima?

Buena carrera, buena marca y ya tengo un objetivo a la vista. Destrozar de una vez ese suelo de cristal del sub45.